El sueño y descanso son fundamentales en la primera infancia para el desarrollo físico, mental y emocional de los niños.
Los recién nacidos duermen entre 14 y 17 horas al día, disminuyendo gradualmente a medida que crecen.
Los patrones de sueño en la primera infancia varían según la edad, con siestas diurnas siendo comunes en bebés y niños pequeños.
La calidad del sueño es crucial, ya que contribuye al crecimiento, fortalecimiento del sistema inmunológico y consolidación de la memoria.
Establecer rutinas regulares de sueño ayuda a los niños a desarrollar hábitos saludables de descanso.
Los factores ambientales, como la oscuridad, la temperatura y la comodidad del lugar para dormir, afectan la calidad del sueño.
Los problemas comunes del sueño en la infancia incluyen insomnio, pesadillas y terrores nocturnos.
La falta de sueño puede tener efectos negativos en el comportamiento, el rendimiento académico y la salud mental de los niños.
Los padres juegan un papel crucial al establecer un entorno propicio para el sueño y alentar hábitos de descanso saludables desde temprana edad.
Consultar con un pediatra sobre las necesidades individuales de sueño de cada niño puede ser beneficioso para garantizar un desarrollo saludable.